Garantizar la seguridad alimentaria y el cumplimiento normativo, de la granja a la mesa y de la uva a la copa

Ya en 2015, Naciones Unidas propuso 17 Objetivos de desarrollo sostenible para el mundo, que describen como “el plan maestro para lograr un futuro mejor y más sostenible para todos,” con el fin de alcanzar estos objetivos para 2030. El segundo de estos objetivos prioritarios de la ONU era “Hambre cero”. Sin embargo, para alimentar a una población mundial que, según las estimaciones, alcanzará los 9,7 millones de personas en 2050, necesitamos garantizar sistemas de producción alimentaria sostenibles y seguros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los gobiernos deben hacer de la seguridad alimentaria una prioridad de salud pública, ya que desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de políticas y marcos normativos y en el establecimiento y la aplicación de sistemas eficaces de seguridad alimentaria.” 

A medida que los organismos gubernamentales (y los principales minoristas) aplican normas cada vez más estrictas y exigen información más detallada, el cumplimiento de estas normas de seguridad alimentaria es cada vez más complejo. Además, el cumplimiento de los requisitos más recientes en materia de seguridad alimentaria se complica aún más por los crecientes riesgos derivados de la globalización del abastecimiento y la distribución de alimentos, así como por la mayor probabilidad de que la contaminación y las enfermedades se propaguen rápidamente a través de los distintos países. Es por ello que la seguridad y la trazabilidad de los alimentos son ahora más importantes que nunca y es probable que lo sean aún más con el tiempo. Los fabricantes de alimentos y bebidas de hoy no tienen más remedio que hacer de la seguridad de los productos alimentarios, desde las materias primas hasta la mesa de los consumidores, una prioridad absoluta.

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